EL CALDERO MÁGICO
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Resulta interesante que cuando se tiene un padecimiento físico, se recurre a médicos y especialistas para sanar. Si el auto se descompone, llamamos al mecánico de cabecera. Si nos duele la muela, resultaría absurdo tomar una pinza para sacarla. Sin embargo, cuando tenemos afecciones emocionales, hay quienes esperan a que se resuelvan por arte de magia, inventando que han desaparecido de la mente, que mientras no se piensan, pues no se sienten. El asunto es que todas esas emociones contenidas afloran cuando las personas están sometidas a presión.
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Es precisamente esa imagen la que viene a mi mente.
Alguna vez en casa de mi madre el caldero mágico explotó, la famosa olla de presión era intocable. Solo ella podía usarla porque decía que era peligrosa y como las palabras tienen poder, sucedió que un día las mágicas palabras de mi madre llamaron el conjuro y ¡pum! volaron los frijoles, afortunadamente nadie estaba en la cocina en ese momento, porque la tapadera salió disparada, rompió unos vasos y todos los frijoles quedaron pegados en el techo. La escena era muy divertida, y reímos despegando los frijoles que lucían como adorno de lentejuelas. Es posible que a la que se le salió el tapón fue a mi madre, que en ese entonces pasaba por situaciones complicadas de estrés. Este fue un buen aviso.
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Para maniobrar la olla de presión interna es importante contar con alguien que apoye el proceso de transformación personal.
El coaching reconoce lo que nos limita y proporciona la libertad para seguir avanzando en lo que verdaderamente queremos para obtener un beneficio emocional.
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Contar con el apoyo de un Coach significa abrir el abanico de posibilidades en lugar de cerrarse a una sola idea, la propia.
Fortalecer las relaciones intrapersonales e interpersonales debía ser parte de la canasta básica. En las relaciones de parejas, hay dos temas que producen los mayores conflictos: el dinero y el sexo. Y lo interesante es que no se aborda ninguno de los dos de manera abierta pues aún en estos tiempos de modernidad, permanecen como tema tabú.
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Las parejas se culpan uno al otro de los malos resultados, esperan que la otra persona cambie para que las cosas cambien. Se insultan, golpean y se dejan de hablar. Y los hijos crecen imitando los patrones de violencia, la falta de comunicación y el nulo respeto. Estos modelos se llevan a las escuelas, donde los niños y niñas descargan su frustración con sus compañeros más débiles, extendiendo la cadena de bullying.
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Fortalecer las relaciones de pareja es un trabajo diario. Esperar a que el compañero o compañera nos haga felices es una creencia derivada de los cuentos infantiles de príncipes y princesas encantadas.
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La frase de “y vivieron felices para siempre” ha causado frustración en las relaciones porque los cuentos terminan justo donde empieza el conocimiento de la pareja. En muchos casos son dos personas miserables esperando que el otro los haga feliz.
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El asunto no es de cuento, porque solo hay una persona que te puede hacer feliz, y no viene en un blanco corcel, ni es princesa encantada, esa persona eres tú mismo.
La felicidad y la paz interior dependen de las decisiones que tomes para conocerte. Adentrarte en tu sistema de creencias y modificar el mapa mental es una tarea individual. Revisar tus resultados, identificar tus fortalezas, debilidades y oportunidades requiere dedicación y esfuerzo individual. Y para apoyarte en este proceso, el coaching es la clave.
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El maltrato hacia los demás proviene de una falta de aceptación hacia sí mismo. Cuando usas un lenguaje despectivo, comparativos, chistes, burlas sobre la apariencia y soberbia, sin darte cuenta te menosprecias, porque lo que hablas mal de otros en realidad habla mal de ti, y lo mismo sucede cuando te quedas callado guardando la frustración, te menosprecias y te haces de lado.
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Usar un lenguaje asertivo y responsable en la comunicación interpersonal es indispensable para la salud emocional de las personas. Ser asertivo implica la posibilidad de poder expresar las emociones en el momento preciso y en un estado de serenidad. Ser consciente de nuestro lenguaje implica escucharnos, ver nuestras reacciones. Es como si tuviéramos la posibilidad de tener una cámara que graba cada uno de nuestros movimientos y pudiéramos verla de forma instantánea. Hay quienes logran “verse” después de que reaccionan, aunque el propósito de la inteligencia emocional es prevenir esas reacciones para evitar el daño a nosotros mismos y por supuesto a terceros.
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Es urgente modificar los mapas mentales para desaparecer los niveles de violencia para evitar que la olla explote.
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Es necesario re-educar al hombre y a las mujeres que los educan.
Es tiempo de buscar apoyo.
Mirna Pineda
Life Coach y Conferencista.
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