¡Regocijante inicio de año nuevo ofrece la OSSLA con el Himno a la alegría!
Con teatro lleno y 130 artistas en escena, el público vibra con la Novena Sinfonía de Beethoven
Este domingo al mediodía, segunda función para las familias; “se vale repetir”, dice Miguel SalmónCuliacán, Sin.- Impetuosa y avasalladora, regocijante y vigorosa, la Novena Sinfonía, de Ludwig van Beethoven, volvió a cautivar al público que llenó en su totalidad el Teatro Pablo de Villavicencio la noche de este viernes, en la primera de dos funciones para celebrar el año nuevo, por parte de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, dos coros y cuatro solistas invitados, bajo la dirección concertante del Mtro. Miguel Salmón del Real.
El programa inició con el poema coreográfico “Le valse”, de Maurice Ravel, que data de 1919, y que condensa los grandes instantes de los valses vieneses de los Strauss, que no podían faltar en todo concierto de año nuevo que se respete.
Luego, la célebre Sinfonía No. 9 en Re menor, opus 125 “Coral”, en cuatro movimientos: El vigor introductorio del “Allegro ma non troppo, un poco maestoso”, el “Scherzo: Molto vivace – Presto”, con su clásico inicio de timbales; la calma chicha del “Adagio molto e cantábile” para luego pasar al fragoroso océano del “Presto: And die freude”, tan esperado.
Al final del segundo movimiento entraron al escenario los miembros del Coro de Ópera de Sinaloa, que dirige Marco A. Rodríguez, y del Coro de la UAS, a cargo de la maestra Perla Orrantia, y los solistas invitados: la soprano Jessica Torrero, la mezzosoprano Cecilia Ortiz, el tenor Jorge Echeagaray y el barítono Juan Carlos Villalobos.
La sinfonía, última de las nueve que compuso Beethoven y que, desde su estreno en 1824, patentiza los anhelos de libertad y de fraternidad en la humanidad, es conocida por sus innovaciones al introducir las voces y las percusiones en la música sinfónica.
Y el momento tan esperado, cuando el barítono Juan Carlos Villalobos entona los primeros versos en alemán de la “Oda a la alegría”, de Friedrich Schiller, con una invitación: “O Freunde, nicht diese Töne!...” (¡Oh amigos, dejemos esos tonos! ¡Cantemos algo más agradable y alegre!)
Y le sigue parte del coro con las primeras frases del Himno: “¡Alegría, bella chispa divina, hija del Elíseo! ¡Ebrios de tu fuego pisamos, oh diosa, tu santuario!”, para luego sumarse los demás solistas y fundirse con el coro, y luego se separan y se vuelven a fundir en un maremágnum vertiginoso.
Las voces bien templadas, el coro oportuno, los solistas, los músicos, el público expectante, todos inmersos en un mismo elevado sentimiento, hermanados en ese mar de sonidos vigorosos que te llevan “sobre la bóveda estrellada”, donde “debe habitar un Padre amoroso”.
Al final el público estalló en vítores y aplausos, expresando su gratitud ante este agasajo auditivo al que tenemos acceso cada tanto desde que tenemos Orquesta, coros y cantantes líricos de alto nivel.
Una noche regocijante con la que cierra el ciclo Beethoven con el que la OSSLA celebró desde marzo pasado, el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven.